jueves, 8 de mayo de 2008

Relato de una visita a Malasia. Capítulo I: Kuala Lumpur

Solucionados los problemas burocráticos y tras 8 horitas de vuelo que se llevaron la mar de bien, en parte sobre todo al cansacio acumulado que me hizo dormir 5 de las 8 horas del viaje, llegada a Kuala Lumpur. Sin problemas en la aduana, el agente de turno cogió mi pasaporte y cuando vieron mi visado esbozó una sonrisa que no sé cómo interpretarla, llamó a un colega para que lo viera y sin dirigirme una palabra me lo dio y pasé.

En la llegada a la zona del Duty Free hice caso a los consejos de nuestro anfitrión y pillé una botella de ron, que tiene guasa que en un país musulmán haya más variedad de ron y sea más barato el ron que en Australia. El aeropuerto en general bastante impresionante, muy moderno y no me sorprendió los carteles anunciando que había sido nombrado mejor aeropuerto del mundo por no sé cuántas veces de manera consecutiva.

Siguiendo los consejos del compae Kuala, cojo el tren que une el aeropuerto con la ciudad. Igual que el aeropuerto, súper-moderno, bastante espacioso y en 28minutos clavados en el centro de la ciudad. Ahí tenía la opción de haberme pillado un taxi hasta el punto de encuentro, pero yo me las di de viajero en lugar de ser un turista y cogí el transporte público... terrible error y más cuando me enteré luego que el taxi desde la estación hasta el punto de encuentro costaba 1€ al cambio. La aventura me llevó de andar de la estación de tren a la de monorail que estaba bastante cerca y fue relativamente sencillo encontrar, coger un monorail 3 estaciones y a la salida del mismo llegó el punto fatídico. Yo tenía un mapa y sabía donde estaba, pero no sabía dónde quedaba el norte, sur, este u oeste. Vi unas torres al fondo y pensé que eran las Petronas. Después de 20minutos andando en base a esas torres, caí en la cuenta que tenía que estar equivocado y así era.

El resultado fue 40 minutos andando bajo una fresquita noche en Kuala Lumpur a 28 grados y 90% de humedad, con una maleta al hombre y mochila a la espalda.

Pero bueno, la verdad es que a partir de aquí todo empezó a mejorar. Reencuentro con Juan (becario de KL y anfitrión del viaje) y Leti (becaria de Sofía), cena en un restaurante vietnamita por 10€ (luego me enteraría que eso es un disparate de dinero), copichuela (un long island) en un bareto bastante piji-guay en la planta taitantos de un hotel, llegada del equipo procedente de Ho Chi Minh, vuelta a casa por aquello de no castigar mucho al cuerpo la primera noche, llegada de Pura desde Manila y a la camita.

Al día siguiente tocaba día de visita turística por la ciudad. Empezamos por Chinatown donde empecé a sufrir lo cansinos que son los malasios (que no malayos) con el tema del regateo. Orgullosamente me compré una camiseta falsa de España por 3€ al cambio para ver la Eurocopa uniformado y en parte también para que mis amigos y paisanos almerienses dejen de darme la tabarra con que si tengo camisetas de todos los paises menos de España.

A Chinatown le siguió un templo hindú y Merdeka Square. Merdeka es un nombre un tanto poco apropiado para un hispano-parlante, pero en malasio quiere decir independencia. Ahí nos encontramos con lo que debían ser los Back Street Boys malasios junto a sus gruppies que le hacían de attrezzo en el vídeo. De verdad que no os podeis imaginar lo ridículo que podían llegar a ser, estaban grabando un vídeoclip y es que en cada toma hacían una cosa diferente y nunca acompasados. El primero que se ve en la foto era como el líder y a Carlos y a mi es que nos parecía el típico gitano de la noria que había cerrado a las 5 en las fiestas del barrio y se había ido directo a su segundo trabajo como bailarín-cantarín profesional. En cualquier caso tampoco tiene desperdicio alguno el que está en elmedio con esa chaquetilla sin nada debajo, me encanta.


Después de comer subimos a la KL Tower y luego mi encuentro con las Petronas. Aunque las Petronas son más altas, no te dejan subir arriba del todo y sí a la KL Tower. Para entonces ya estábamos reventados, así que unas cervecitas (a las que se unió Peque-Pekín) por la tarde nos sentaron de lujo.
Después de todo esto fuimos a cenar una zona típica de Kuala Lumpur. A mi me recordó bastante a los chiringuitos que ponen en la feria con mesas y demás. En cualquier caso Lola, la camarera, nos atendió y alimentó bastante bien.

Para seguir con este largo, larguísimo día nos fuimos de fiesta mientras se fueron incorporando el resto de compis de otras oficinas: Hong Kong, Singapur y Yakarta. Esta noche el Long Island empezó a hacerme mella, esa bebida es una bomba en todos los sentidos imaginables.

A las 4am cogimos un bus destino a la isla de Tioman, donde pasaríamos los 2 días siguientes y de los que contaré otro día.

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