Flat hunting

Dentro de las numerosas aventuras que nos ha deparado nuestro primer mes australiano, sin duda cabe destacar lo de la búsqueda de piso.
Menos mal que nos lo tomábamos con humor pero es que era una soberana locura. Aquí ves un anuncio de un piso que te gusta un lunes, llamas al número de teléfono que aparece, les dices que quieres ir a verlo y de eso nada, que el piso sólo se ve el sábado de 12 a 12.15 y no hay más. Llegas allí el sábado (si ties cojones a encontrar la calle) y resulta que hay 10 personas más para ver el piso. Entras, ves el cuchitril de turno y si te interesa le pides al agente inmobiliario un formulario (¡que mucha peña se baja previamente de Internet y lo lleva rellenado al piso!) que suele ser de unas 2-3 y que tiene que rellenar cada una de las personas que vaya a vivir en el piso.

Pero no os creais que con eso basta, si simplemente le rellenas el formulario, van personalmente a buscarte para tirártelo a la cara. Para que te tengan en consideración tienes que adjuntar (por cada una de las personas que vayan a vivir en el piso) cuanta más documentación mejor, lo nuestro era fotocopias de: pasaporte, carnet de conducir, dni, extracto de la cuenta, carta de recomendación, tarjetas de crédito y débito. Así nos hemos encontrado con que algunas “application form” que hemos mandado eran 21 páginas, menos mal que en la oficina el fax sale gratis ejem…

Así que llegamos aquí el día 7 de octubre, el 8 empezamos a buscar y nos pudimos mudar a nuestro hogar el 27 sábado. Para que todo sea más acogedor los pisos aquí el 90% son sin amueblar.

¿Mientras tanto dónde nos quedamos? Pues como mi Anita y yo no tuvimos la fortuna de poder ser acogidos hicimos una ruta de hostels particular que nos ha valido para que los de la Lonely Planet se pongan en contacto con nosotros para que hagamos la sección de Alojamiento de la guía de Sydney 2008.
Primero estuvimos en uno que pillamos por Internet desde España, no estaba muy mal pero en la habitación no podíamos abrir más de una maleta al mismo tiempo y era un poco/bastante agobiante. El tema es que nos costaba casi 50€/noche al cambio y por ese mismo precio a los 4 días vimos un hotel que estaba infinitamente mejor, así que nos mudamos ahí. Después de 2 noches de hotel, las otras 2 becarias que vinieron con Ana y conmigo (aka Virginia & Susana) tenían que buscarse algo también así que decidimos buscarnos algo para los 4 que iba a salir mucho más barato.

Aquí es donde entra en juego uno de los personajes principales de estas primeras semanas: “El Indio”. Este personaje cuya foto es adjuntada, es un neozelandés (pero nosotros le llamamos el indio, sí) con un nivel de inglés bastante bajo y un acento de lo más castizo. El tío estaba completamente zumbado, cada día que volvíamos a la habitación nos salía con una locura nueva. De las más míticas fue cuando nos contó que él conoció un español hace 30 años cuando trabajaba en un hotel en Nueva Zelanda y que JUAN CARLOS se saltó el protocolo porque le entró hambre y el hotel donde trabajaba esta criatura era el más cercano, así que se metió a comer junto con Sofía y 3 chiquillos que no paraban de corretear por allí.

El hombre era simpático y a las chicas les caía bastante mejor que a mi, pero por muy simpático (y barato) que fuera, ducharse con carachas día sí, día no es un poco duro; así que como teníamos una semana pagada aguantamos allí con bastante humor la verdad.

De allí pasamos a otro que estaba a escasos 30m que a parte de estar mejor tenía Internete y desayuno, así que allí estuvimos casi otra semanita hasta que por fin nos mudamos a nuestro piso “desmueblado”. Compra en el IKEA de 2000 AUS$ y tarde-noche de juerga montando muebles.

Así que a partir de hoy oficialmente… Se admiten visitas ;)